Fotografía: Mas Madrid en X.
Si los derechos de los animales perteneciesen al grupo de temas prioritarios de la política mundial ¿cómo de diferente crees que sería nuestra relación con la alimentación?
Hay un debate de importancia imperativa que no está ocupando el espacio que debería en los congresos ni en las esferas políticas: el reto y la necesidad de alcanzar la transición alimentaria. Es decir, el debate sobre las estrategias más necesarias y efectivas para promover la transición de la proteína animal a la proteína vegetal, e impulsar medidas que proporcionen herramientas para los ciudadanos, y por otro lado: medidas que proporcionen seguridad a todos los animales, independientemente de su especie.
Por eso, podemos decir que las jornadas sobre transición alimentaria en el Congreso de los Diputados que se celebraron el pasado 31 de Marzo en España, fueron todo un hito.
En ella tuvimos 6 horas de ponencias interesantísimas, y las citas célebres son tantas que me cuesta trabajo resumirlo todo en un solo artículo.
Antes de profundizar en lo que yo considero las notas clave de las jornadas, quiero destacar que en su mayoría, las ponentes y moderadoras fueron mujeres. Lo cual me alegra enormemente porque, además de tratarse de compañeras brillantes en sus respectivas profesiones, representa lo que es un hecho: y es que el movimiento por los derechos de los animales, lo relativo a la alimentación vegetal, la ética y moral sobre los animales y el medioambiente está encabezado por mujeres. Y no siempre se hace la representación justa de ello. Pero… ¿a quién va a sorprenderle a estas alturas que a las mujeres no se nos den los espacios que merecemos?
La jornadas abrieron multitud de frentes dentro de la cuestión del consumo de carne y el impacto múltiple que tiene sobre nuestra sociedad. Se trató desde la perspectiva ética, filosófica y legal derechos animales. De la cuestión medioambiental que esconde la ganadería y las consecuencias para la salud del consumo de alimentos de origen animal.
La ética que impone la transición alimentaria
La cuestión ética y filosófica respecto a la relación que tenemos con los animales la abrió Amanda Romero (co-directora de Veganuary, psicopedagoga y activista) quien empezó su discurso en defensa de la evidencia científica que respalda la sintiencia y conciencia del resto de animales. Amanda repasa, muy sabiamente, la incoherencia social que supone que, pese a que la mayoría de humanos pensamos que los animales no merecen recibir violencia, en realidad solo un 0,8% de la sociedad llevamos los valores a la parte práctica en lo que a alimentación se refiere.
Una de las claves de su discurso es el análisis de cuáles son los factores sociales y psicológicos que nos vinculan estrechamente con el consumo de carne. Recordemos que el vínculo está cosido tan estrechamente al ser humano como para que muchos afirmen que no podrían vivir sin comer carne.
Arraigo cultural y tradiciones gastronómicas: donde la alimentación no es solo un mecanismo para nutrir nuestro cuerpo, sino una herramienta mediante la cual socializamos, nos integramos, pertenecemos a una cultura y la preservamos.
Invisibilización del sufrimiento de los animales en el proceso del animal al producto: el marketing detrás del lobby lácteo y cárnico.
Normalización del consumo de origen animal: la mayor parte de la gente, en la mayor parte de las sociedades la consume y por tanto, la carne ya no es solo un alimento, sino una cuestión de de pertenencia al grupo.
Desconocimiento de alternativas existentes: estrategias que opacan la visibilidad de productos alternativos a la carne, como la aprobación de leyes que impiden llamar “hamburguesa vegetal” a una hamburguesa de origen vegetal o la enorme diferencia de dinero invertido en subvencionar productos cárnicos animales vs. carnes vegetales.
La naturaleza de nuestra resistencia psicológica al cambio de hábitos.
El discurso anterior se vio valientemente respaldado por los aportes de Anna Mulá, una abogada que forma parte de la ONG Igualdad Animal y cuya labor es promover cuestiones jurídicas que defiendan los derechos animales.
Es fundamental contar con personas formadas en el ámbito jurídico comprometidas con el movimiento por los derechos de los animales. Porque, de la misma forma que necesitamos políticos que promuevan y voten leyes que sostengan toda esta teoría, necesitamos abogados que impulsen un cambio de la legislación y reformas en las leyes relativas a los derechos de los animales. Trabajar por la transición alimentaria en el ámbito jurídico supone llevar lo ideológico a lo práctico, que es precisamente una de las cuestiones más urgentes dentro del movimiento.
Por poner un ejemplo, son las leyes y los políticos quienes determinan que solo a nivel Europeo se destinen miles de millones de euros cada año en publicidad y subvenciones de productos cárnicos y lácteos, para abaratar así su coste de cara al consumidor -cuando podríamos estar invirtiendo toda esa riqueza en impulsar la alimentación vegetal, promover investigación de nuevas alternativas, promover el consumo de las legumbres y promocionar sus múltiples beneficios-. Las cuestiones económicas son clave para la transición alimentaria y si no contamos con gobiernos que fomenten un cambio de estructura, estamos perdidos.
El motivo por el cual la gente consume carne y se resiste a la transición alimentaria es multifactorial. En mi último libro “Por que comer plantas en un mundo que come carne” hablé largo y tendido sobre este tema, pero sí me gustaría traer por delante que los estudios más recientes sobre por qué la gente no adopta el veganismo (o una vez adoptado, lo abandona) menciona se se trata de cuestiones sociales (presión social, pertenencia al grupo, etcétera), falta de herramientas, cuestiones de sabor y tradición, y, destacada como una de las más importantes: cuestiones de salud (miedo a contraer anemias, problemas para conseguir el aporte proteico diario, etcétera). De la misma forma, uno de los principales motivos por el cual la gente afirma dejar de consumir carne y derivados está la cuestión de salud propia, con una prevalencia equiparable e incluso por encima de éticas con los animales y medioambiente.
Sé que tratar otros temas que no sean puramente los derechos animales puede ser incómodo para las personas que defienden que la transición alimentaria debe estar empujada únicamente por la ética. Y aunque hay una parte de ese pensamiento que comparto -la parte en la que se destaca la importancia vital que tiene la individualidad de los animales- a día de hoy pienso que no estamos en el punto de la historia en el que podamos esperar que eso sea un motivo de peso para todo el mundo.
Igualmente, sí quiero destacar lo peligroso de llevar un mensaje que pueda dar a entender que el veganismo es una dieta, y que se trata de comer saludable, o comer muchas verduras, o una especie de estructura dietética para perder peso, porque en ese camino perdemos el discurso por los derechos de los animales y seguimos dando espacio a prácticas crueles hacia ellos. Pero también creo que, ahora mismo y con el trabajo que queda por hacer, a mucha gente nunca a lo largo de su vida le vas a poder hablar de veganismo desde una perspectiva ética, y que lo máximo que va a generar interés en ellos será “la alimentación vegetal”. Creo que, quizá, podremos hacerlo en un futuro, pero para ello antes tenemos que reconstruir muchas partes de nuestra educación. Y para ello creo que harán falta varias generaciones de por medio.
El trabajo de reconstruir el vínculo y la percepción que tenemos con los animales es transversal a muchos ámbitos de nuestra vida -como bien decía Amanda en su discurso-, y por tanto, para cada persona los animales y su vida se establecerán en un orden distinto en la escala de prioridades.
E, independientemente de que para ti o para mi la cuestión ética sea más que suficiente para establecer un cambio de paradigma, no creo que nos podamos permitir perder la atención de toda esa gente a la que no le interesan los derechos animales lo suficiente como para dejar de comer carne ¿La ética debería ser suficiente? Sí bajo mi punto de vista ¿Qué sirve de algo hacerle creer a la gente que es el único motivo válido para dejar de consumir carne? No lo creo, más bien percibo que es contraproducente. Por eso vamos a impulsar todos los motivos que existan -que no son pocos- porque no tenemos por qué elegir, ya que cooperan en conjunto. Y a partir de ellos, nos pondremos a desarrollar estrategias que hagan que la gente no solo se interese por el cambio, sino que cree un cambio sostenible en el tiempo y vaya calando en la educación de las futuras generaciones.
Así que derivado de ello, quiero destacar algunos highlights de las intervenciones en cuestión de salud y alimentación vegetal. Porque una de las cosas que más me agradó fue ver en boca de expertas de nutrición y salud humana respuestas a bulos nutricionales y desinformaciones habituales que hacen que la gente, por miedo, se aleje de una alimentación 100% vegetal ¿cómo vamos a acercar a la mayor cantidad de gente posible a dejar de consumir carne y lácteos, si los tenemos pensando que van a morir por desnutrición, falta de proteína, anémia o que contraerán enfermedades irreversibles?
En un ambiente periodístico sensacionalista, en el que el clickbait sigue reinando y ayudando en la proliferación de bulos como que «un niño no debería de tomar más de un yogur de soja cada 63 días», fue fabuloso escuchar a María Aguirregomozcorta hablar de alimentación vegetal no solo como prevención sino como tratamiento, de la soja como alimento seguro y de determinados tipo de carnes que consideramos ‘seguras’ como potencialmente cancerígenas.
Por su parte, Laura Estelle , experta en nutrición y rendimiento deportivo dedicó su ponencia a desmentir uno de los bulos más potentes y dañinos con respecto a la alimentación vegetal: la proteína vegetal. «Hemos visto que la proteína vegetal no solo es suficiente, sino que también es preferible en muchos casos» y la biodisponibilidad de la misma: «se vio en estudios posteriores que con el remojo, germinado y cocinado, la absorción de nutrientes ya era suficiente para el ser humano. Dado que nadie va a comer legumbres crudas, no habría ningún problema».
Es magnífico, especialmente si tenemos en cuenta que la llegada de estas aclaraciones al Congreso de Diputados es clave para que el discurso y el debate obtenga la credibilidad y seriedad que merece.
En las mesas también estuvo presente uno de los impulsores actuales más potentes de las carnes vegetales en nuestro país: Bernat Añaños como cofundador y representante de Heura Foods, que aunque hizo un repaso completo a los temas tratados anteriormente en la sala como: motivos éticos, medioambientales y de salud, centró su ponencia en hablar de España como una potencia de exportación tanto de carnes como vegetales, que podría perder la oportunidad de ser pionero en la transición hacia la proteína vegetal. Nos ofreció una radiografía del panorama actual de las carnes animales versus las carnes vegetales con una comparación muy sencilla, y es que pese a que Heura parece haber conquistado todos los mercados y tener más presencia en supermercados que cualquier otro producto, comparado con la facturación de la industria cárnica, Heura supone un 0.1% de la facturación.
Como podréis observar, las jornadas fueron intensas y valiosas en cada una de sus ponencias. Bajo mi punto de vista, sentaron un precedente muy potente en el movimiento por los derechos de los animales y en la transición de un sistema alimentario obsoleto que, hasta hace poco, no habíamos tomado suficientemente en serio.
Te recomiendo ver las jornadas completas ya que con este artículo solo he mencionado unas pequeñas pinceladas pero aún hay muchísima información que se queda fuera.
Para cerrar, quiero hacerlo al puro estilo Amanda Romero, que si algo caracteriza su comunicación es buscar siempre el lado positivo y esperanzador para evitar la llamada a la pasividad y la innacción. Ya sabes, nada justifica mejor permanecer estáticos que pensar que, aunque tú cambies, nada va a cambiar a tu al rededor. Por eso me quedo especialmente con un trozo de su intervención en el que menciona que justamente allí, en el Congreso de los Diputados, se habían aprobado leyes de justicia social para terminar con situaciones que “se consideraban normales” o “que siempre se habían hecho así”. Al igual que hoy con el consumo de carne podemos ver como es algo normal, aprobado por la mayoría de sociedades que componen nuestro planeta, podemos esperar que si seguimos luchando, algún día será igual para los animales.




