El odio que recibes en Internet hace mucho tiempo que se desligó de ser exclusivamente propio de personas polémicas o que desarrollan actividades profundamente crueles en Internet (recordemos cuando en viejos tiempos, Youtube era un páramo repleto de vídeos de“bromas pesadas” que en realidad ocultaban delitos de odio humillantes y peligrosos -como dar galletas Oreo rellenas de pasta de dientes a una persona que vivía en la calle, grabarlo y subirlo a la plataforma-).
Los algoritmos han cambiado, la forma en la que no relacionamos en RRSS ha cambiado. Y aunque hace más de 10 años que Twitter -el nuevo X- lleva siendo una plataforma creada para funcionar a través de las reacciones de odio, eso ha llegado a plataformas muchísimo más ‘family friendly’ como Instagram. Donde hasta un plato de garbanzos es capaz de volverse lo suficientemente viral como para recibir toneladas de comentarios despectivos, insultos, señalamientos y amenazas. Sí, amenazas.
Como os comentaba al principio del artículo, en esa entrevista para El Confidencial una de las preguntas que más me despertó interés fue en la que señalaban si había un género o un perfil de persona específico que fuera más propenso a dejar comentarios de odio. Supongo que esa pregunta venía propiciada por el hecho de que es más que evidente que la inmensa mayoría de comentarios de odio que recibo en RRSS están hechos por hombres cis-heterosexuales, pese a que entre el 80% y el 90% de mi audiencia son mujeres. Pero esto no es algo aislado, he tenido muchas conversaciones al respecto con mis compañeras, tanto de creación de contenido sobre veganismo y alimentación vegetal, como de otros sectores como maquillaje, moda, deporte, cultura, divulgación…
Algo nos une a todas, y es el odio vertido por miles de hombres cis-heterosexuales que, escondidos tras sus teléfonos móviles, sexualizan nuestros cuerpos solo por desarrollar actividades cotidianas, insultan nuestro aspecto, desmerecen nuestras capacidades, nos aleccionan y tienen conductas paternalistas y condescendientes incluso cuando su conocimiento respecto al tema tratado se evidencia como muchísimo menor.
Cualquier mujer que trabaje o tenga presencia en redes sociales podrá contarte experiencias desagradables donde reciben fotografías genitales no solicitadas o donde sencillamente son insultadas solamente por existir ¿Acaso tú no has leído el ‘comentario viral’ que numerosos hombres de todas edades hacen en tiktok? ¿No? Por si no sabes de qué te hablo, hasta hace unas semanas podíamos leer en muchísimos vídeos de mujeres el comentario «4 letras» una forma nada sutil de llamar «puta» a una mujer por salir bailando, probándose ropa, maquillándose, comiendo, dando una opinión… En definitiva: existiendo.
El auge de las políticas ultra-derechistas, el pensamiento de ese 52% de hombres españoles que piensan que el feminismo ha llegado demasiado lejos, el movimiento tradwife… No es casualidad que las redes sociales se emponzoñen de lo que vemos fuera y que las mujeres seamos cuestionadas dentro de ellas por lo mismo que somos cuestionadas fuera. Porque como os digo, las redes sociales también son la vida real.